Catálogos de árboles singulares, ¿para qué?

  • Un repaso por la situación del patrimonio arbóreo de Gran Canaria, los retos y la importancia de la ciudadanía en su protección.

Los catálogos de árboles singulares parecen haberse puesto de moda en Gran Canaria, pero en realidad responden a una conciencia creciente ante el retraso acumulado en esta materia. Hasta 2006, ni siquiera se había planteado una investigación de este tipo, a pesar del enorme valor natural, histórico y cultural del patrimonio vegetal de la Islas Canarias. No existía un registro oficial que documentara y protegiera a los ejemplares especialmente valiosos. Esta ausencia contrastaba con una sensibilidad social cada vez mayor hacia la conservación del paisaje y con el avance de otras comunidades autónomas que ya habían comenzado a catalogar y gestionar sus árboles más emblemáticos.

Uno de los impulsores de este cambio en la isla ha sido Agustín Suárez Ruano, mejor conocido como Tanausú, técnico de la Consejería de Medio Ambiente, Clima, Energía y Conocimiento del Cabildo de Gran Canaria. Sostiene entre sus manos un ejemplar del libro ‘Análisis del Estado y Situación de los Árboles Singulares en el Territorio Español’, una obra que él describe como “lo más reciente y lo más completo que se ha hecho” sobre la materia. Publicado en 2021 por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, subraya que, desde entonces, la situación apenas ha cambiado, lo que refuerza el valor de este trabajo como una referencia fundamental para comprender el estado actual de los árboles singulares en toda España.

Este libro incluye un amplio apartado sobre la situación en Canarias, afortunadamente algo diferente a lo que reflejaba la publicación que hiciera en 2006 la Asociación Española de Arboricultura tras el II Encuentro de Árboles Monumentales y Singulares celebrado en Madrid, donde el entrevistado presentara una ponencia relativa a la situación del arbolado singular en Canarias. “Desde aquel entonces en Canarias hemos mejorado. Ahora contamos con catálogos que antes no existían, y varios cabildos y ayuntamientos se han animado a trabajar en este ámbito”, valora.

CATALOGAR ES PROTEGER

Los catálogos de árboles singulares son herramientas administrativas, divulgativas y científicas que permiten reconocer, proteger y gestionar ejemplares arbóreos excepcionales. Su existencia facilita la toma de decisiones informadas a la hora de intervenir en el entorno urbano, natural o rural, ya sea para diseñar nuevas infraestructuras, realizar podas o planificar rutas. Además, fomentan la sensibilización, el respeto y el cuidado del arbolado entre la ciudadanía, al visibilizar su importancia ecológica, social y simbólica.

Canarias cuenta con ejemplares arbóreos de indiscutible valor biológico, paisajístico e incluso cultural. Muchos de ellos han sobrevivido al crecimiento urbano, la especulación del suelo o el abandono. El emblemático Pino Bonito o de Casandra, en Tejeda; la espléndida Sabina de Tirma, en Agaete, una de las más antiguas de Canarias; la palmera de las mil hojas, en San Mateo; el drago centenario de Pino Santo, en Santa Brígida; o el drago de Luis Verde, en Valsequillo, o el de Gáldar, ubicado en el patio de las Casas Consistoriales, son algunos de los abuelos que forman parte del patrimonio arbóreo de la isla y que gozan de un cuidado especial gracias a su catalogación y las intervenciones que realiza el Cabildo de Gran Canaria.

Sin embargo, la protección legal de estos árboles sigue siendo desigual entre islas y municipios. En los últimos años, distintos cabildos y ayuntamientos han iniciado procesos para identificar y catalogar estos árboles excepcionales, con la doble finalidad de reconocer su valor y establecer criterios claros de gestión y conservación.

Gran Canaria ha liderado este proceso, con un catálogo insular aprobado en 2021 por el Cabildo, que identifica especies por su porte, longevidad, rareza, simbología o interés científico. Dicho catálogo, aunque viene sirviendo para la gestión activa de ese importante patrimonio, carece de una normativa asociada al considerar sus servicios jurídicos que la institución insular no tiene competencias específicas al respecto. En paralelo, varios municipios de la isla han venido trabajando en sus propios catálogos y ordenanzas asociadas.

Municipios pioneros y marco legal

Santa Brígida marcó un antes y un después, siendo el primer municipio en contar con un catálogo con ordenanza asociada aprobada en 2008. Le siguieron los municipios de Telde en septiembre de 2022, Gáldar en mayo de 2025 y, más recientemente, Las Palmas de Gran Canaria, que presentó en enero de 2025 una publicación a modo de catálogo, sin ordenanza asociada hasta el momento, con 326 ejemplares de 47 especies diferentes distribuidos por toda la ciudad.

Pero pese a los avances en cuanto a concienciación tanto a nivel político como ciudadano, Suárez considera que aún falta un marco legislativo completo que respalde todo esto a un nivel más amplio, frustrándose tal posibilidad en el pretendido Anteproyecto de Ley de Biodiversidad y Recursos Naturales de Canarias, abortado a las puertas de su trámite parlamentario en 2023. Confía esperanzado en que este asunto vuelva a la agenda política y podamos en algún tiempo celebrar que Canarias cuente con una legislación responsable en materia de arbolado.

“Es una mirada general a ese patrimonio arbóreo donde quiera que esté, con sus características y singularidades; tanto los que están en suelo urbano, como en suelo rústico. Hay que llegar a darle el espaldarazo a estos árboles. De esta manera los estamos valorando y también, reconociendo al cuidador que en buena parte suele ser un propietario particular. Es un compromiso como sociedad con un valioso patrimonio heredado que debemos cuidar y legar al futuro”, señala.

Una ciudadanía comprometida

Uno de los mayores logros de los catálogos de árboles singulares, según el técnico, ha sido el despertar ciudadano. “El avance más importante en Canarias es que hay una concienciación y una sensibilización importante al respecto. Hay una cierta sensibilización también política, aunque aún en buena medida se siga considerando como un tema menor. En concreto, en Las Palmas de Gran Canaria el hecho es que, tanto ADAPA como otras asociaciones, con sus actuaciones han favorecido que la gente tome conciencia, se organice y se movilice en favor de su arboleda. Eso se ha ganado, el que haya una educación ambiental o una sensibilización ambiental popular. La gente sabe intuitivamente que necesita el verde y, por tanto, quiere a sus árboles”.

“Cuanto más, los espacios arbolados o susceptibles de ser espacios cualificados a nivel ambiental como el barranco Guiniguada o el de Tamaraceite —esas vértebras verdes que sostienen a esta ciudad—, espacios cercanos que tenemos ahí olvidados, abandonados, descuidados, sin saber que esas son nuestras conexiones con el mundo más rural y natural, con nuestras raíces. Debemos ponerlos en valor”, puntualiza.

La participación ciudadana es pieza importante para democratizar la protección del patrimonio natural. Esto no es solo cosa de técnicos o políticos. Es el derecho de todas y todos al disfrute del medio ambiente, que está recogido en la Constitución.

“Además, un catálogo es una propuesta abierta. Cualquier ciudadano, asociación o administración puede proponer un árbol para incluirlo. Algunos mueren, pero no desaparecen, pasan a formar parte de la memoria”.

Verde urbano, necesidad climática

Con el cambio climático acechando y ciudades cada vez más calurosas, la presencia de árboles en entornos urbanos no es meramente decorativa. Es una necesidad apremiante. Los árboles generan islas de frescor, hacen las ciudades más amables. “En Canarias tenemos pocos árboles por razones históricas, climáticas y urbanísticas. Las Palmas de Gran Canaria, por ejemplo, necesita más verde. Más pulmones”, continúa.

Ahora hay más árboles que hace treinta años en Las Palmas. Muchas calles que antes carecían por completo de arbolado, como Tomás Morales, hoy lucen alineaciones verdes. Es cierto que, con el tiempo, han surgido nuevos retos, algunos vecinos se quejan, por ejemplo, de que los ficus benjamina atraen insectos que entran por las ventanas. Pero, en el fondo, se trata de un debate sobre cómo gestionar mejor esos árboles y aprovechar sus beneficios sin ignorar sus necesidades.

Estos nuevos “problemas” se suman a otros globalizados, ligados al turismo, como la importación de plantas exóticas que han introducido en las islas plagas como la diocalandra o el picudo rojo. Tal es el caso de la palmera autóctona canaria, Phoenix canariensis, considerada por los amantes de las palmeras a nivel mundial como la princesa de las palmeras. “Nuestra palmera canaria es un símbolo a nivel mundial, pero hemos debilitado su salud por importar plantas contaminadas”, recalca.

“Y nosotros, en base a nuestro sistema productivo basado en el turismo y en el crecimiento rápido de las cosas, importamos palmeras grandes que desechan en otras partes del mundo, pues son palmeras productoras de dátiles dadas de baja cuando son improductivas. Se han traído ilícitamente contenedores con plantas adultas contaminadas para implantar en jardines de zonas turísticas, incluso calles”, lamenta. Afortunadamente, a un alto coste, se ha logrado controlar el picudo rojo, no siendo así el caso de la diocalandra, plaga que sigue afectando a nuestras palmeras.

El patrimonio arbóreo de Canarias es limitado, valioso, frágil y amenazado, tanto por la falta de legislación, como por la importación descontrolada de especies invasoras y las enfermedades que arrastran. Sin embargo, hay esperanzas. La conciencia ciudadana crece, las políticas europeas empujan hacia la restauración ecológica, y cada vez más municipios entienden que un árbol viejo vale más que cualquier pavimento nuevo, que la naturaleza no es algo ajeno a nuestras ciudades y que hay que generar naturaleza en las urbes y evitar que el campo se convierta en ciudad.

Custodiar: cuidar sin uniforme

Más allá de los catálogos, Tanausú apuesta por una figura legal poco conocida pero tremendamente eficaz. Se trata de la Custodia del Territorio. Presente en la Ley 42 del Patrimonio Natural y la Biodiversidad, esta herramienta permite que administraciones, asociaciones y particulares cuiden de espacios y especies sin necesidad de ser propietarios, aunque contando con ellos.

“En Canarias hay que comenzar a abrazar más la herramienta custodia del territorio y hacerla útil. Y requerir de las administraciones que tal como pone la ley estatal, destinen recursos y apoyen decididamente esta estrategia que es legal y está consiguiendo buenos frutos en diversas partes del Estado”.

En Canarias, persiste la idea, en referencia a los espacios naturales protegidos, de que solo esas “manchas” en el mapa merecen atención, mientras que el resto queda fuera del foco. Sin embargo, el territorio es un todo interconectado. No existen compartimentos estancos entre un paraje protegido y otro que no lo esté. Entre arboledas urbanas, corredores ecológicos y enclaves rurales o naturales, cada zona desempeña un papel en la salud ambiental. Incluso en las ciudades hay recursos naturales valiosos que merecen protección y gestión cuidadosa.

“Hay que invertir la historia. Las normativas ambientales no solo para los espacios naturales protegidos, sino para todo el territorio, porque unos ámbitos y otros están vinculados. No se pueden separar, no existen aislamientos. Hay recursos y valores naturales en todos sitios, incluso en las ciudades. Por tanto, hay que concebir la protección del territorio no como islas protegidas aisladas, sino como un todo interrelacionado, pudiendo la custodia ser una herramienta útil para tejer esos lazos, esas redes. Al igual que existe custodia en ambientes naturales, rurales, marinos o fluviales, también existe custodia del territorio urbana, personas que crean pequeños huertitos, recuperan laderas con basuras y escombros y las convierten en sitios amables con un banquito y un arbolito”, refiere el experto.

Tradicionalmente se ha entendido que ante un problema, el ciudadano debía acudir a “la administración pública” para que lo resolviera. Pero esta forma de entender y relacionarse es insostenible. Tanausú recuerda que no hay recursos suficientes ni medios en las administraciones públicas para atenderlo todo. El cambio de paradigma pasa por un nuevo enfoque de la gobernanza, por entender que una ciudadanía activa, en cooperación público-privada con las instituciones, puede ayudar a sanar y proteger el planeta. No se trata de pensar que “los espacios naturales los gestiona el Cabildo”, sino de asumir que los cogestiona la población que vive en ellos y cuantas personas los usan y disfrutan. La administración tiene su papel y debe aportar medios y recursos, pero es la sociedad civil la que debe apropiarse de su territorio, cuidarlo y asociarse en redes para mejorar nuestra casa común, el planeta tierra. Esa es la base de la custodia del territorio, funcionar como una estructura social en red, sostiene.

Esta reflexión de Tanausú nos lleva a una dimensión más amplia, hacia un cambio estructural en la gestión del territorio. Con este enfoque, cada vez más presente en los debates ambientales,  la ciudadanía deja de ser un agente observador pasivo y se convierte en protagonista activa de la conservación, en cooperación con las administraciones públicas. Es un giro hacia la corresponsabilidad.  El desafío está planteado, ¿será capaz la sociedad canaria de dar ese paso y consolidar un modelo donde el cuidado del paisaje y del arbolado sea una tarea compartida?

Cultos arbóreos canarios y otras disidencias para reforestar nuestra imaginación

Arrancapinos, que arranca los pinos a guantazos; y Allanamontes, que allana los montes con el culo, son dos personajes del cuento popular «Juan El Oso», uno de los cuentos de tradición oral más antiguos de nuestra literatura, una historia que nos remite al origen de las sociedades agrícolas, en el final del neolítico. Juan el Oso, el personaje principal, mitad humano mitad oso, podría verse hoy como un ancestro lejano de los bestiarios medievales, representante arcaico del hibridismo de las especies, totemismo animal que ya venía barruntando la conciencia de la cooperación interespecie desde nuestra mitología y acervo cultural más arcanos. Me gusta pensar, aunque no sea así, que quizá son estos los verdaderos inicios de nuestra etnografía multiespecie, mucho antes del llamado giro animal de los años ochenta.

Leer más »

Catálogos de árboles singulares, ¿para qué?

Los catálogos de árboles singulares parecen haberse puesto de moda en Gran Canaria, pero en realidad responden a una conciencia creciente ante el retraso acumulado en esta materia. Hasta 2006, ni siquiera se había planteado una investigación de este tipo, a pesar del enorme valor natural, histórico y cultural del patrimonio vegetal de la Islas Canarias. No existía un registro oficial que documentara y protegiera a los ejemplares especialmente valiosos. Esta ausencia contrastaba con una sensibilidad social cada vez mayor hacia la conservación del paisaje y con el avance de otras comunidades autónomas que ya habían comenzado a catalogar y gestionar sus árboles más emblemáticos.

Leer más »

Encuentro entre ADAPA y el concejal Mauricio Roque para mejorar el entorno urbano

La Asociación para la Defensa del Arbolado y el Paisaje (ADAPA) ha mantenido una reunión de trabajo con Mauricio Roque, concejal de Gobierno del Área de Planificación, Desarrollo Urbano y Vivienda, del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, para tratar diversos temas relacionados con la mejora del entorno urbano de la ciudad.

Entre los principales puntos tratados fue el Manual de Buenas Prácticas del Arbolado Urbano que ADAPA está desarrollando con el apoyo del Cabildo de Gran Canaria. La asociación solicitó colaboración técnica por parte de los responsables municipales, tanto del área de Parques y Jardines como de otras áreas implicadas, para que puedan aportar conocimiento práctico a la redacción del documento. El concejal mostró su disposición a colaborar y facilitar dicha coordinación.

Leer más »

ADAPA y el Cabildo de Gran Canaria refuerzan su cooperación para una gestión ética del arbolado urbano

El pasado 14 de mayo, representantes de la Asociación para la Defensa del Árbol y el Paisaje (ADAPA) mantuvieron un encuentro institucional con Teodoro Sosa Monzón, vicepresidente segundo y consejero de Presidencia y Movilidad Sostenible del Cabildo de Gran Canaria.

Durante la reunión, el consejero expresó su respaldo a las iniciativas desarrolladas por ADAPA y mostró especial interés en el Manual de Buenas Prácticas del Arbolado Urbano, un proyecto actualmente en elaboración con el apoyo financiero del Cabildo a través de su consejería.

Este manual tiene como objetivo establecer criterios técnicos y éticos para la correcta gestión del arbolado en los entornos urbanos de la isla, fomentando su cuidado, conservación y valoración como parte esencial del paisaje y la salud ambiental urbana.

Leer más »

La Mesa del Árbol Urbano de Gran Canaria lanza un manifiesto con las bases para una gestión sostenible del arbolado

La Mesa del Árbol Urbano de Gran Canaria ha presentado hoy su Manifiesto Fundacional, un documento que propone un giro radical en la forma en que se concibe, cuida y valora el arbolado en las ciudades y pueblos de la isla. Como primera acción colectiva ha puesto a disposición de los ayuntamientos el documento “Recomendaciones de Buenas Prácticas para la Gestión del Arbolado Urbano”, con los principios básicos que garanticen la vitalidad del arbolado y la seguridad de la ciudadanía.

El acto tuvo lugar en el anfiteatro del Parque Doramas, con la participación de portavoces y representantes de los colectivos firmantes del manifiesto vinculados al ecologismo, la defensa del paisaje, la biodiversidad, la cultura y la participación ciudadana. La lectura del manifiesto estuvo a cargo de Consuelo Jorges, portavoz de la Mesa y presidenta de Turcón Ecologistas en Acción.

Leer más »

Encuentro ‘El Árbol en la Ciudad’

Promover una mayor conciencia y conocimiento sobre el impacto positivo de los árboles en los entornos urbanos es la finalidad del encuentro ‘El Árbol en la Ciudad’, que se realizará este 24 de octubre a las 18:30 horas, en el Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria.

El evento pone énfasis en la arboricultura urbana y es una iniciativa de diferentes asociaciones ambientalistas que han decidido dar el paso para constituir la Mesa del Árbol de Gran Canaria.

Rafael Molina Petit, presidente de la Asociación para la Defensa del Árbol y del Paisaje (Adapa), una de las entidades impulsoras del evento, ha explicado que durante el evento se hablará de la futura redacción del Manual de Buenas Prácticas del Arbolado en Gran Canaria, documento que financiará el Cabildo de Gran Canaria y que contará para su redacción con especialistas en arboricultura, como Lisa Franke, con el objetivo de ofrecer soluciones a los problemas más comunes relacionados con la plantación, poda, tratamientos y cuidado de los árboles en zonas urbanas.

Leer más »